09 marzo, 2011

Gusto insomne (1)

- ¿Cómo sabes a qué sabe la noche?

- ¿A qué viene eso?, ¿de verdad crees que con una frase ingeniosa que apesta a lugar común de anuncio de compresas vas a conseguir que caiga rendida a tu encanto y termine comiéndote la boca?

- No, qué va, no iba por ahí... pero, oye, ¿no necesitas respirar cuando hablas? ...bah, ya está, déjalo. Tranquila, bonita, ya me piro...

- Espera, déjame que te cuente una historia... aguanto hasta tarde y nunca se sabe... ya sabes... es difícil adelantar a 'qué terminará sabiendo la noche...' – Ella le hace un guiño y él soporta el envite estirándose una camisa desabrochada hasta medio esternón. "La niña merece una segunda oportunidad", piensa: veinti-largos con cincuenta-y-pocos kilos de sensualidad, embutiditos en un vestido negro de tirantes finos y unos labios de escándalo, piden a gritos soportar un cuento para alargar la copa. - ¿Tú sabes quién era Sísifo? ...sí, no suspires, seguro que te suena... además, eres tú el que has pretendido subir el tono con eso del sabor y la sensación... te gustará esta imagen: “la sufriente e inútil condena eterna de Sísifo en el inframundo”... - pausa y una calada teatral al cigarro- El señor era todo un gran monarca en una Grecia atemporal y, como la mayoría, ayer y hoy, poderosos y desposeídos, da lo mismo, era un cabroncete... rey de Corinto... castigado a subir a la cumbre de un monte una piedra que testarudamente rueda colina abajo antes de cumplirse el objetivo... una y otra vez, y otra vez, y otra vez... ¿y por qué este marrón?, por triunfar frente a los dioses. Sí, sí, Sísifo engañó a Hades para no morir y, con ello, pervirtió toda la jerarquía que separa a dioses y a hombres, logrando un principio de inmortalidad para el mortal que reinventaba el nombre del hombre... – Segundo guiño nervioso y pausa dramática, de nuevo, para recuperar el aliento esta vez... ‘Estoicamente’ aguanta el muchacho... “seguro que desnuda habla menos”, se repite para sí... – Claro está que esto era Grecia, y que la naturaleza mortal del tipo impedía a todas luces de antemano su triunfo final: Así que Hermes, correo y puente entre el Olimpo y la tierra, remeda el entuerto, devuelve a Sísifo al Hades y, allí, el mortal que quiso la inmortalidad es condenado y humillado hora tras hora y año tras año, hasta que el calendario se canse de sus propias cruces... ¿a ver quién se atreve después de él a discutir a la muerte? -pausa y trago- ...pero la clave del acto de Sísifo no está en su castigo ejemplar, sino en lo profundamente poético de su acción: Fíjate, Sísifo quiere saber, de sabor, todo lo que la naturaleza es. Y, como para aprender a saborearlo todo y además darle un nombre, hace falta muchísimo tiempo, el tío decide retar al destino, renombrar al hombre como ser inmortal, destruir, por tanto, la misma dimensión del tiempo que impide la realización del ser, y desubicarse para reincorporarse a un estadio intermedio entre el caos y el lenguaje... Quiere ser siendo... Y ahí llega el problema, y tiene que llegar un Dios de la comunicación, Hermes, claro, para relajar la tensión y devolver los nombres a su lugar... y a Sísifo al suyo... - ...él se ha rendido y asiente ya sin escuchar, fijándose en una nueva muchacha que pregunta por el baño en la barra y sale corriendo después contoneando su culo prieto e ingrávido. – ...seguro que eres de los que ven a los Dioses felizmente jubilados, cogiendo polvo en alguna entrada de wikipedia...

- Te estás soltando un rollo muy chungo, ¿no? ...¿has pensado en ir al psicólogo? - En el estertor de una carcajada, ella le deja entrever el valle de su canalillo y él, que ya había comenzado la retirada, decide aguantar un poco más...

- No, no... déjame seguir: No hay Dioses, ¿no?, así que la palabra o cualquier otro instrumento de representacion de la realidad no son más que imágenes que no proceden de ninguna parte, ¿me sigues? - No- Por mucho que cantemos, nuestra canción ha perdido su capacidad protectora y volvemos, qué tristeza, a la soledad inicial del caos, porque sabemos que no sabemos nada... ni podremos saber... que se lo pregunten a Sísifo... Así que resulta que “no hay vida en las palabras”, y que una vez pronunciadas “son cadáveres arrojados a una fosa común” , y que los hombres somos, al fin, “mensajeros que incesantemente repiten / lo que otros mensajeros nos dijeron un día ya olvidado: / sin saber el rumbo y el motivo del mensaje". ...eso no es mío, se lo he leído a Argullol... Pero vuelvo otra vez: al final, resulta que el sabor es una representación o, a lo peor, una suerte de ejercicios electromagnéticos resultado de un proceso fisiológico en nuestro interior... y nos dejamos convencer para consolarnos pensando al menos que, si no hay una Verdad, habrá verdades; que no hay Cultura, sino culturas; y que todo el espacio que le queda a la vida es un rincón que la propia sociedad consensúa como v-i-d-a.... piénsalo... si no hay límites, tampoco hay trasgresión: y entonces, ¿qué nos queda?, ¿la burla...?

- ...puede ser... voy al baño un minuto... – Con la espalda estirada para apretar los bolsillos delanteros de su camisa a los dos pectorales de bronce depilados, él se escaquea pensando en la cantidad de tías raras que hay sueltas en los bares de Madrid. Ella termina el último sorbo de su copa de cocktail, muerde la aceituna que había naufragado entre la ginebra, enciende un cigarro y abandona el local.

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