No tiemblo delante de una leona hambrienta a la que un león cualquiera despecha, después de matar a sus crías y haberle consumido la esperanza toda.
No, no me escondo cuando arrecia la tormenta, ni grito para callar el clangor de los siete ángeles, ni tuerzo la cara cuando preparas tu mordisco...
...solo hay una cosa que no puedo resistir: se me cae el color, me vuelvo diminuto, me repliego inconscientemente en posición fetal y sollozo sin solución de continuidad ante el sonido vacío y mecánico de las teclas de la calculadora de un actuario:
Temo las matemáticas de este mundo...
...perdona, pues, si no despierto.
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