...de esta ciudad, a esa hora en la que los ciegos distinguen los colores de los corpiños y en los vasos empieza a servirse gasolina, entonces te busco.
Me bajo a comprar una botella. Espérame escondida en la niebla.
Antes de que amanezca, nos acuchillamos los dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario