12 marzo, 2011

Apócrifo (1): 15

Me gusta cuando duermes porque algo en ti se enciende,
y me acerco a esa luz, y tu piel se estremece.
Parece que la aurora se gestara en tu pecho
y hay algo en ese gesto, que a nada se parece.

Como todo poema oculto en la tiniebla,
emerges de la sombra, ardiendo de poesía:
Estrella repentina, te pareces al rayo
que araña la tormenta: un puñal de celosías.

Me gusta cuando duermes y algo te ilumina.
Y estás como indefensa, rocío suspendido.
Y me acerco a esa luz, y tu piel se estremece...
¡Dime cómo soñar con tu sueño de olvido!,

dime cómo besar con tu labio dormido,
limpio como un arroyo, frágil como una flor...
Eres un precipicio, profunda y misteriosa.
Tu sueño, como el viento, es un ciego clamor.

Me gusta cuando duermes porque algo en ti se enciende:
Desnuda e inaccesible, te observo y te persigo.
Y entonces amaneces, te enredas en mis brazos
y soy feliz, feliz porque vuelves conmigo.


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Poema robado en una visita a la casa de Pablo Neruda en Isla Negra, Valparaíso, Chile. Tras el cordón de seguridad, J.P. cometió la imprudencia de abrir uno de los cajones del escritorio del poeta y guardar la primera hoja de papel que asomaba. La revista de La fundación Carlos Morla Lynch denegó su publicación. Yo la recupero en este rincón, como (im)probable motivación del célebre poema 15, de "20 poemas de amor y una canción desesperada". Discúlpenme el atrevimiento.


(suena por detrás Quique González)

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