03 agosto, 2011

Tréboles

Vivo en una calle de ocho millones de solitarios
inventando un horizonte que robaron los neones.
El camión de la basura repasa nuestro inventario
y hace tiempo que dejaron de saludar los balcones.
Entre pisadas perdidas, buscan migas los gorriones,
un mosquito se suicida en el ámbar recurrente
de un semáforo cualquiera donde hombres y chaquetones
acompasan el aliento de ese ritmo decadente
con el que nos ha nacido el final del siglo XX.
La calle, de vez en cuando, desnuda la Maravilla
que redobla en los espejos con un silencio insolente,
por encima de las voces uniformes y su hebilla:

Ayer era un muchacho jugando al pilla-pilla
detrás de su esperanza, sin máscaras de fiesta...
Hoy, soy un viejo joven asomado a la quilla
del barco de la acera: Rastreo una respuesta,
como quien busca un trébol y encuentra la foresta.


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