17 octubre, 2011

Nocturnidades

Lío la madrugada
con picadura y papel de fumar
para consumir en cada calada
una estrella fugaz
antes de que se cargue de deseos.

A esa hora en que me cito conmigo,
cuando el tiempo es un bosque
y Orión no más que un serpa a mi servicio,
mi disfraz y mi nombre
están vacíos: vestidos de invierno.

Solo, pues, sin los pactos que firmé,
me sé un ángel observando la nieve:
Firmamento a través,
corro,
igual que en la sierra la liebre,
con el aliento de una loba en el cuello.

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