14 febrero, 2013

Otra de diablos

-MISTERIOS-
Celebrando San Benigno



No es que te quiera menos ni que te quiera más
el trece, el catorce o las fiestas de guardar...

Son las cosas del querer
(que canta la Piquer)
o las cosas del votar
(que murmuraba bajo su bigote
el zote del Aznar)

es como lo del huevo y el misterio de las gallinejas,
como la pluma del gallito
o el efecto invernadero
o el curro del exmarido de Rociíto, 
como la afasia estéril de esta democracia,
o la edad a la que me jubilaré,
como los billetes de 500,
las vedetes con remordimientos,
las flores de papel con olor
o la infabilidad del que discute a Dios...

como el temor a trasnochar
como el sindiós del pinche capital
o el Jordi Hurtado que esconde cada cual:

MISTERIOS

¿la verdad?, ¿la verdad, dices?, ¿quieres la verdad?, ¿la verdad?
¿de verdad la verdad?

...ya viniste a joder Sherlock Holmes... ¿no escuchaste a Baudrillard y sus cuentos del simulacro?

Mira, acá tenemos la costumbre de que, cuando descartamos lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca... ES COMERNOS.

07 febrero, 2013

Otra de diablos

El recuerdo es ese algo que ya no es, pero se empeña provocadoramente en volver sobre sí para matizar cuanto sucede.

Nada valdría esa mirada cuando vuelves el cuello y me buscas a tu espalda, sin aquella ocasión en la que tu culo daba un significado nuevo a la cuenta del escondite y, al mirar, me descubriste dentro de ti arañando la cara interna de tu piel; 

nada valdrían las mesas de vengué sin aquel desayuno de sudor y gemidos en el que tú fuiste todo cuanto comí; 

¿qué valdrían las bufandas negras si jamás hubieran anudado tus muñecas?, ¿qué, la medalla de mariposas que se posa en tu cuello, sin su violento penduleo cuando soy yo el que liba y golpea? 

No sé... no son, ¿y qué? 

Tiendo a creer 
que no nos sobran los recuerdos.

Y si así sucediera, si, de repente, como sucede en ocasiones con la ropa, resulta que los echamos de más, les pondremos entonces a ellos a recordar y seremos nosotros los que no sean pero filtren la realidad, como aquella mañana en la que no recordábamos que teníamos muñeca hinchable a domicilio y logramos que ella, mirando mientras dormíamos, recuperara de su memoria el orgasmo de una voyeur.