- Hola, ¿qué tal?
- Bien... llevo, creo, casi 30 años sin soñar... pero bien.
- ¡Qué bien!
- ¿El qué?
- ¿Qué qué?
- Lo de bien...
- Pues eso...
- ¿El qué?
- Que qué bien que estés bien... – “...ya ha conseguido este gilipollas amargarme el dry martini”, piensa Ella, “algunos niñatos deberían aprender a hablar y entender que una chica mona tomándose sola una copa en la barra de cualquier bar no pide a gritos compañía, y mucho menos una polla medio borracha agarrada a un prototipo de lo insulso con media sonrisa harta de cascársela frente a la pantalla del ordenador de la habitación de la casa de sus papás”. – ...que digo que te he visto sola y me he dicho “pues a lo mejor no le disgusta un poco de conversación”....
- Pues fíjate que sí... que sí me disgusta, quiero decir... que no soy mucho de hablar, fíjate... podría hacerte en el baño la mejor mamada que jamás te harán, pero hoy he estrenado pintalabios y me he maquillado a conciencia porque mi chico, el portero de la discoteca que te está mirando con la cara de un doverman al que le hubiesen apagado un cigarro en las pelotas, quiere invitarme a desayunar unas tortitas con chocolate en su habitación en cuanto cierren el local...
-Ah... perdona, tía... no lo sabía... lo siento, perdona...
- Nada, niño, si ya me parecía que, además de pardillo, te faltan huevos para partirte la cara por una mujer. Pero, para la próxima vez, ensaya una forma mejor de acercarte a una chica y, consuélate sabiendo que, por desgracia, no todas son tan exigentes como yo. ¿Me invitas a un cigarro, por favor? – Y el ‘pardillo’ se lo da. “Pobre...”, piensa Ella, “algún día conseguiremos librarnos de los hombres...”. Hace tiempo que, pieza a pieza, Ella ha ido construyendo su personaje soberbio situando, en algún lugar idílico, la ocasión improbable en la que comparta su vibrador con los brazos de alguien que le despierte de su indiferencia, que le rete y le sepa, en el cielo de la boca, a pausa y a eternidad... No debe ser fácil no dormir. Cada día vive más días que cualquier otra persona y, con el paso de los años, esa sensación de no desconectar de la realidad es, en realidad, su única verdad, lejos, muy lejos, de las realidades cotidianas que otros inventan filtrando la imaginación y entre los que, al fin, tiene que convivir, compartiendo universos antagónicos. Si correr significa avanzar más deprisa, a sus veinti-y-muchos, Ella lleva ya vividas varias vidas y, quizá por eso, ha convertido en una imagen llena de palabras afiladas los límites del sabor de la fugacidad. Filosofeo barato. Apaga el cigarro, muerde su aceituna y vuelve a caminar hacia casa, antes de, un par de horas más tarde, fichar en la editorial y ganarse la próxima noche. El insomnio tiene algunas ventajas pero en ningún caso es un cheque en blanco: No dormir, y ser una sibarita, implica sus gastos...
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