(es culpa de Hilia,
y de mi vocación
y de mi vocación
de ladrón
de guante blanco)
de guante blanco)
(...) intentó entender qué hacía allí, en el cuadro, en ese cuadro.
(...) y al final solían acabar revolcados de nuevo y olvidándose de las pinturas
(...) esa parecía ser su actitud en la vida: no tomarse nada en serio.
(...) cuatro días después terminó el cuadro, aunque ella no lo supo.
(...) él, que nunca terminaba nada.
(...) vendido.
1 comentario:
nadie, nadie, nadie, nadie podría haberlo ilustrado mejor.
Publicar un comentario