De la luz ambarina y con tiritera
de las velas,
tienen algo
las farolas, allá a lo lejos, esta noche.
Y hay un algo, un morado, en la noche
de este Jorge
que simplea
a la luz de la vela de un cigarro.
Velatorio con cigarras y motores,
sin cadáver
en presente,
con la muerte vislumbrada en los hielos
del gintónic que acompaña a estos versos,
tan de todos
y ningunos,
a las tres de una fecha sin campanas
y sin llantos. Escocidos sin motivo,
y alumbrados
con dolor,
sin sentido que comprenda a estas horas
de fulgor y nocturnos - temor absurdo -,
en los brazos
de la noche
que brisea y que ensueña una Helena.
Helena dormida, Helena cautiva
de su caos
y su herida:
Helena cicatriz, Helena pecatriz...
El bajel que el viento ha encarnado
hoy no arriba
este puerto.
Es la noche. Y no estás. Y ha muerto.
EL DÍA
1 comentario:
Es bello el poema.
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