21 septiembre, 2011

La esfinge



...coincidence dress up as fate...

A veces no queda más que seguir el camino, y, esta noche, el camino me lleva a ti... quizá a otra tú en otro tiempo y en otro lugar; o quizá la misma tú de siempre en este mismo momento y en el lugar que nunca has abandonado...

A veces no queda más que seguir el camino. Me he reencontrado con Narciso después de varios meses haciéndonos los remolones y posponiendo citas por excusas más que razonables: su dedicación a la escuela, las novias y sus exigencias, mi pereza para llamar por teléfono, su timidez para llamar a la puerta... el caso es que hoy hemos repetido la misma noche de siempre, una noche nueva cada vez y... de nuevo me ha recordado como no hace casi nadie, que no puedo olvidarme de que, juntos, somos un solo poeta. Y me hace feliz.

Cena en un restaurante de comida asiática, con sake y vino de Rioja. Whisky y mil cigarros para nicotinar los pulmones. Y parole, parole al aire... A saber, que nos hacemos más viejos y nos sentimos con las mismas dudas que cuando nos conocimos en el café de Hortaleza; que no encontramos más razón que la falta de tiempo, la pereza y la autoexigencia para escribir cada vez menos (a lo que sigue el compromiso firme para escribir de nuevo todo lo que hemos dejado en el tintero -tú eres mi primer nuevo poema-); ponernos al día de nuestras rutinas; llenar de magia un bar de mala muerte del que nos han terminado echando a las 4:30; conversar con un viejo vagabundo al que le he dado los últimos 5 pavos para el desayuno, mientras él nos trataba de usted con unos modales que ya los quisiera para sí mi jefe en la oficina; despedirnos con ganas de más, con el iluso deseo de vernos más a menudo, con la ingenuidad de cambiar el ritmo de la vida que nosostros mismos hemos ido construyendo... y, claro, palabras sobre poesía, sobre lo que la levanta y la da vida, sobre la experiencia, la incertidumbre, los cambios de expectativas, los deseos más íntimos, los secretos nunca antes desvelados... Noche de poetas en medio de Canillejas, Rimbaud paseando con Rimbaud en la periferia de Madrid, un martes sin sueño... escribiendo, en un vaso o en el aire, pero escribiendo...

Y en apenas 4 horas sonará el despertador y tendré que volver alcurro . Y sonreiré sin que nadie me entienda por debajo de las ojeras, consciente de que, a veces, no queda más que seguir el camino, y ese camino, de Narciso al madrugón de mañana, pasa por la radio de mi coche, y en él un cassette, y del cassette naciendo una sucesión de canciones grabadas años atrás: Louis Armtrong, el daysleeper de REM, una mujer cantando en italiano en medio de la carretera de Valencia con el R11 solo en el asfalto a 110 en medio de la madrugada... y parar, y escuchar frente a la puerta de casa, ya con el motor apagado y con el último cigarro en la mano, los versos de Rimbaud recitados en italiano sobre un piano...

A veces no queda más que seguir el camino, y, esta noche, el camino me lleva a ti... "tesoro mio...

...mi amore"

'notte

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